Malta, ese lugar...

A un año vista la valoración del viaje a Malta continua siendo agridulce, por suerte los buenos recuerdos superan a los malos momentos vividos en uno de los pocos destinos que ha logrado defraudarme.

Malta, lo digo sinceramente, es el país con el mejor marketing del mundo, realmente su Ministro de Turismo merece un monumento en cada uno de las ciudades de este microestado cuyas carreteras hacen que parezca la Federación Rusa del Mediterraneo. Cuando estás en Malta una de las frases que más escuchas es: "Yo vi un reportaje (o una web, fotos...) y me pareció que era un lugar precioso...", vamos que lo poco que tienen (de esto te das cuenta una vez estás allí) lo venden de lujo. Ellos te llevan allí pensando que vas a encontrar playas de arena fina, impresionantes fondos marinos, ciudades medievales y barrocas impresionantes...En el trayecto del Aeropuerto a tu destino, te das cuenta que eso no es verdad. Si para colmo tienes la desgracia de hospedarte en el infierno, ya no puedes valorar nada con objetividad. Por suerte no todo fue malo en Malta, la verdad que hubo buenos momentos y muchas risas, debido a que teniamos ganas de pasarlo bien y de hacer una escapada como esa por primera vez.

De Malta, si alguién quiere llevarse la imagen idílica recomendaría que no saliese de Mdina y Rabat (la verdad que unos pueblos preciosos), que se pasaran el tiempo que les sobre comiendo (se come bastante bien y contundente en estas islas) y que después sin ver nada más (no se, que alquilen un helicóptero), se vayan a Gozo, que realmente es todo lo que esperamos que va a ser Malta pero en un islote...

Marsaxlock es una especie de plataforma petrolífera que ni los barcos pintados compensa, La Valletta es una especie de La Habana en sus peores tiempos y la visita a los acantilados es imposible... aun esperamos el bus.